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miércoles, 12 de abril de 2017

El futuro de la FAA, todavía una cuestión plena de incertidumbres

El IA-63 Pampa en diferentes versiones ha pasado a ser la principal aeronave de la IV Brigada Aérea, donde operaron por mas de 30 años aviones de la familia Mirage (foto: Mauricio Chiofalo)

Ayer

En el año 2013 advertimos en el artículo titulado “LA NECESIDAD DE RECREAR UN FUTURO CONVOCANTE”, una situación caracterizada entonces por “Un presupuesto lo suficientemente exiguo como para estrechar considerablemente la actividad de vuelo, una aviación de combate prácticamente inexistente, con la escasa actividad posible orientada hacia tareas que siempre fueron consideradas subsidiarias, un futuro presupuestario desalentador y un horizonte profesional, tanto para los jóvenes como para los más veteranos, en franca disolución, entre otros factores adversos, no pueden más que originar serias perturbaciones”.

No obstante, y pese a todo, la alocución del entonces recientemente asumido Jefe de Estado Mayor General Brigadier Mayor Mario Miguel Callejo, durante la ceremonia aniversario de la Institución en ese año, resultó alentadora incluyendo resultados en marcha como otros a concretar, muchos de ellos pendientes de decisiones políticas. Empero, lo esencial estuvo en sus alusiones al significado y la exaltación a los sentidos de pertenencia y permanencia y a la necesidad de protagonismo de los miembros de la Fuerza Aérea Argentina. En tal sentido se subrayó, en el artículo en cuestión, que “la tarea de reavivar tales cuestiones, que adquieren un carácter transcendente en el actual escenario, deberá ir acompañada irremediablemente por el logro de resultados concretos que permitan a los integrantes de la Fuerza sentirse partícipes de una nueva etapa. Esa sensación es la que allanará el camino a recuperar no solo el sentido de pertenencia y permanencia sino, con toda seguridad, su compromiso con la Institución”.

Dos años más tarde, otro artículo; “UN FUTURO CONVOCANTE, UNA CUESTIÓN TODAVÍA POSTERGADA”, en concreta alusión a que la compleja situación que acosaba a la Fuerza en el año 2013 no solo se mantenía vigente sino que, en algunos ámbitos particulares, había empeorado.

Se destacó en aquel momento que “El presente estado de cosas sigue constituyendo un extraordinario desafío para la Conducción Superior en orden a tratar de remontar la Institución, en este caso nuevamente con las expectativas que generan la perspectiva de cambios de autoridades políticas y la posibilidad de encontrar en ellas respuestas que permitan, al menos razonablemente, emprender acciones tendientes a recuperar lógicos niveles de capacidad operacional y, con ello, recrear las perspectivas profesionales del personal”. “Lo esencial, en esta instancia, será que el plano político admita que intentar una seria recuperación constituirá un desafío extremadamente significativo, extendida en el tiempo, sostenida institucional y políticamente y abarcando la integridad de la Fuerza habida cuenta el generalizado grado de deterioro en casi todos sus ámbitos”.

Sería redundante señalar, pero no por ello necesario omitir, que a hasta fines de ese año nada había cambiado en cuanto a la penosa situación de la Institución a pesar de los innumerables anuncios de renovación de material aéreo que nunca se concretaron con excepción de la apresurada incorporación de los aviones Grob 120 TP (año 2013) con motivo de la abrupta desprogramación de los veteranos T 34 Mentor (culminado así una carrera operativa institucional que duro 54 años)

El Airbus Military C-295W apunta a ser uno de los teóricos reemplazos del F-27 (foto: José Luis Franco)

Innumerables rumores, tramites “fallidos” y expectativas pendientes de “estudios y análisis” en el ámbito del MINDEF, por otra parte, fueron moneda corriente en cuanto a la modernización y/obtención de material aéreo de sustitución de la añosa flota de la Fuerza. Así fue como pasaron, y se desvanecieron, por ejemplo, “posibles” incorporaciones de aviones de distinto origen y antigüedad para el reemplazo de los MIRAGE propios, finalmente desprogramados en noviembre del 2015.

Sin pretensión de seguir un orden cronológico ni concéntranos en detalles , similar suerte corrieron la “modernización y re motorización” de aviones PUCARA, la declamada fabricación de 40 aviones Pampa, la extinción del proyecto IA 73 (estimado reemplazo de los MENTOR ahora reemplazando por el imaginado IA 74), la “interminable” tarea de materializar concretamente la versión del PAMPA III, entre tantas cuestiones vinculadas con las intenciones de recuperar degradadas capacidades operativas tanto en el ámbito de la instrucción como en el del adiestramiento. Tareas en su mayoría asumidas por FAdeA con notable incompetencia y desconexión con las necesidades de la Fuerza.

Ante la desprogramación del último Fokker F 27 Friendship en servicio (noviembre del 2016) como la no muy lejana desactivación del material Fokker F28 Fellowship debido a su añosa vida (40 años de servicio) y lo altamente gravoso que resulta su actual mantenimiento nos encontramos con, prácticamente, un par de programas de modernización en desarrollo. El de cinco Hércules C 130 cuyo primer avión, TC 69, ha sido completado en Estado Unidos de Norteamérica previéndose completar el resto en FAdeA hasta el año 2019/20 y el de aviones Twin Otter, iniciativa de la Fuerza y realizándose en el Taller Regional Quilmes.

En cuanto a la llegada de dos helicópteros rusos M 17, esencialmente importantes para las anuales campañas antárticas, su mantenimiento y operación se ve altamente amenazada por el alto costo de las inspecciones a las cuales deben someterse en poco tiempo. Los tres que quedaron pendientes de incorporación, tal cual se informara oportunamente para conformar un lote de cinco, finalmente nunca se concretó su compra.

Hoy

La llegada de un nuevo gobierno, a partir del 10 de diciembre del 2015, constituyó una luz de esperanza en cuanto el futuro de la institución, ya en un avanzado estado de licuación general. En tal sentido resultaba indiscutible, y todavía lo es, que un plan de recuperación de capacidades de la FAA no podía, ni aun puede, estar desligada de la realidad económica financiera en que quedó inmerso el país fines del 2015. Cuestión sobre la cual, por otra parte, los mandos de la Fuerza son absolutamente conscientes.

También es merecidamente reconocido que la nueva gestión, luego de doce años de desatención y muestras de arrogancia para con las FFAA de parte del gobierno saliente, muy especialmente por quienes fueran sus Comandantes en Jefe, ha adoptado una relación de importante consideración para con ellas además de advertir públicamente el estado lamentable de sus capacidades operativas.

No obstante ello resulta imprescindible remarcar algunos aspectos, al menos en lo que particularmente atañe a la Fuerza Aérea.

1. A poco de comenzar el año 2016 tomó estado público la decisión del Ministro de Defensa, luego de una reunión con el Presidente de la Republica, de elevarle “un ambicioso y profundo plan de reforma de las instituciones armadas” en el término de sesenta días, cuestión que al presente pareciera seguir pendiente, por lo menos en lo que debieran ser sus criterios más trascendentes.

2. La información referida a que el Presidente de la Nación, recién en el mes de octubre, recibió al JEMG de la Fuerza para escuchar cuales son las aspiraciones de la Institución en orden a modernizar/reequipar su escasa y anticuada dotación de aeronaves disponibles así lo demuestra.

3. Es posible que, en consonancia con tal presentación a principios de noviembre, la prensa ha informado que el gobierno apunta a un “plan plurianual de recuperación de la capacidad militar para las Fuerzas Armadas”. En el caso de la Fuerza Aérea se menciona la posibilidad de incorporación de 12 aviones de entrenamiento de Texan T-6 y 2 aeronaves de transporte mediano Airbus C 295. A lo expuesto debe agregarse la reciente contratación de aproximadamente 6.000 hs de vuelo adjudicadas a la Escuela de Aviación Militar a prestar por aviones de entrenamiento primario Tecnam P 2002JF Sierra (Curso Básico Conjunto Aviadores Militares)

El Texan II vendría al país para cumplir funciones de entrenamiento y de vigilancia del espacio aéreo en las zonas fronterizas (foto: Carlos Ay)

Lo hasta aquí mencionado, además de la ejecución de programas de recuperación de aviones Hércules y Twin Otter no dejan de ser indicios, por modestos que pudieran juzgarse, en orden a recuperar parte de la actividad aérea de la Institución (no así la capacidad de defensa), en un complejo contexto nacional en donde se entrecruzan demandas presupuestarias de todo orden y en el cual las correspondientes a la Defensa Nacional tradicionalmente han sido sumamente relegadas por casi todo el arco político.

Cabe preguntarse, por otra parte, si los anuncios de incorporación de medios aéreos responde al concreto diseño del “ambicioso y profundo plan de reforma de las instituciones armadas” señalado precedentemente o resultarían adquisiciones/modernizaciones producto de situaciones circunstanciales o temporales respondiendo a “lo que se puede” y no a “lo que se debe”.

Sin duda se está apelando a lo primero, lo cual no deja de estar en sintonía con los apremios del gobierno en superar el descalabro económico financiero que recibió. Sin embargo resulta vital, para lograr transitar un razonable camino de recuperación de la Fuerza, que se advierta sin rodeos que la Institución lo que requiere no es una transformación, reestructuración o modernización, términos que parecieran sugerir la “evolución” o el “aggiornamento” de una organización que, por anticuada que fuera, se encuentra funcionando. Lo que necesita en forma perentoria es iniciar una “reconstrucción” sistémica que permita recuperar armónicamente todos sus componentes, al menos, al largo plazo y mediante sucesivas etapas.

Como paso inicial e imprescindible, para avanzar coherentemente en tal sentido, debiera definirse la demanda política sobre la institución, es decir, que es lo que se espera de ella en cuanto a la naturaleza del rol o misiones a desempeñar y la determinación de prioridades al respecto. A continuación una etapa de intercambio de ideas con la Fuerza en orden a establecer la factibilidad, en particular por las actuales condiciones de la institución y la disponibilidades presupuestarias existentes, de alcanzar progresivamente aptitudes acordes con la demandas y prioridades impuestas.

Lo expuesto debiera promover una planificación a largo plazo que contemple recuperar las distintas capacidades, tanto en los ámbitos del personal, de la logística como en las operativas, ordenadamente, con el indispensable apoyo político y asignaciones presupuestarias firmes a lo largo del proyecto. Un proceso de esta naturaleza, sin duda, contribuirá a esbozar el perfil de la FAA del futuro

El Leonardo M-346 se plantea como una solución de coste reducido para actualizar las flotas de aeronaves de combate (foto: Leonardo Company)

Reflexiones finales

1. Toda pretendida “transformación” o “modernización” de una organización, en el particular caso de la FAA la “reconstrucción integral de sus componentes”, que comienza sin fijar a priori que se desea de ella, definitivamente conducirá al fracaso con la consecuente desazón de sus integrantes.

2. La FAA debe “VOLVER A VOLAR”, al menos gradualmente. Una fuerza aérea que no vuela es una institución a la cual le han quitado la razón de su existencia y mucho peor si no está en condiciones de defender los intereses vitales de su país (artículo 2° de la ley de Defensa Nacional). El reemplazo de la aviación de combate, ya irremediablemente perdida, pareciera no vislumbrarse, al menos al mediano plazo. ¿Hasta cuándo pendiente recuperar esa capacidad por lo menos progresivamente?

3. Resulta importante advertir que a partir de argumentos tales como “la FAA no está en condiciones de satisfacer requerimientos propios y extra institucionales”, ciertamente por carencia de medios, y que “la vigilancia y control del espacio aéreo está ligada íntimamente a cuestiones de Seguridad Interior”, otras FFAA y FFSS reclaman la incorporación de medios a sus organizaciones, en particular de aeronaves de transporte mediano y para tareas de vigilancia aeroespacial, interceptación e identificación. Duplicar capacidades, en cualquier caso, constituirá un serio atentado a la racionalidad y economía de medios de un país que debe manejarse con apretados presupuestos en todas sus áreas. En otro orden, significaría dotar a FFSS con equipamientos propios al instrumento militar, en este caso, vinculados naturalmente a la misión del Comando de Defensa Aeroespacial dependiente del Estado Mayor Conjunto de las FFAA. ¿La solución? Reequipar a la FAA para el eficaz e íntegro cumplimiento de su rol en el espacio aéreo, el “ámbito natural” para sus operaciones.

4. Cabe preguntarse finalmente ¿Que utilidad puede tener para el país mantener una Fuerza Aérea sin objetivos claramente definidos, sin capacidad operativa y con cuadros de personal sin incentivos profesionales y sujetos a mediocres salarios? No solo ninguna sino que, además, producir un considerable erogación del tesoro nacional sin sentido alguno. Justamente decidir y actuar en ese orden es una obligación imprescindible de naturaleza política. En otras palabras, desde la política no solo se deben declamar las deficiencias sino, inexcusablemente, obrar en consecuencia.


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