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lunes, 17 de octubre de 2016

Intimidación en el aire: así se intercepta a un enorme bombardero en pleno vuelo

Dos bombarderos rusos volaron el pasado 22 de septiembre frente a la costa de Bilbao. Fueron interceptados por cazas españoles. ¿Cómo se realizan estas peligrosas maniobras?


Tupolev 160 Blackjack. Dos de sus unidades fueron hoy interceptadas por cazas españoles

Las reglas del cielo están claras y son objeto de tratados internacionales: está definido cuáles son las áreas territoriales de un estado que este controla, y cuáles son de dominio internacional y por tanto de libre circulación. Pero durante la Guerra Fría, EEUU inventó las ADIZ, zonas de identificación obligatoria, un nuevo concepto para aumentar el tiempo de alerta ante un posible ataque aéreo: cualquier avión que no se identifique por las buenas lo será por las malas. El pasado 22 de septiembre, volvió a ocurrir en espacio aéreo español. Así es como se hacen estas peligrosas maniobras en pleno vuelo
Cuando la intercepción es necesaria hay unas reglas estándar que todo piloto debe seguir. Pero desde la creación de las zonas aéreas exclusivas o de identificación, los ejércitos las han estado poniendo a prueba: enviar un avión al espacio aéreo internacional cerca de las fronteras del espacio de otro país (o de su ADIZ) es un buen modo de entrenar a tus tripulaciones, de comprobar las defensas de ese país, y de tocar un poco las narices si viene al caso. Cuando eso ocurre el país propietario enviará cazas. Su misión: hacer saber al intruso que ha sido visto y que, de ser necesario, podría ser derribado. El resultado es una temible partida de a ver quién es más chulo que cada día se juega en los cielos del mundo.

Un ejemplo lo puedes ver en el vídeo debajo, en el que un caza ruso Su-27 intercepta a un avión espía Lockheed P-3 Orion en pleno vuelo



Cualquier piloto civil lo sabe: si de pronto aparece un caza a tu babor (izquierda: el lado del piloto al mando) y agita las alas, más vale que agites tus alas para aceptar la intercepción y que procedas a seguir las instrucciones que recibas por radio, o a ir detrás del aparato, porque estás donde no deberías y detrás de ti hay otro caza armado dispuesto a derribarte si no obedeces.

Y cualquier piloto militar conoce y practica la maniobra, que puede ser bastante complicada cuando el caza es un reactor supersónico y el otro participante una avioneta de poca potencia. Cuando un estado descubre que un avión está donde no debería, o no está seguro de su identidad, se dispara una alerta y un par de cazas despegan y se aproximan en apenas unos minutos a echar un vistazo y tomar las medidas que sean oportunas siguiendo una serie de pasos establecidos. Los procedimientos de intercepción son estándar [pdf] publicados y conocidos, y se aplican sobre el espacio aéreo de un país y sobre las áreas designadas como restringidas


bombardero ruso Tu-95 Bear es interceptado por un caza Typhoon de las Fuerzas Aéreas Británicas (RAF)

Las reglas del juego

Los aviones modernos son muy rápidos, lo que implica que si esperas a decidir la intercepción hasta que el desconocido está sobre tu territorio puede ser demasiado tarde. Para evitar este problema los EE UU inventaron en los años 50 las ADIZ, áreas de identificación obligatoria en las que un país exige a cualquier aparato en vuelo que se identifique o envía cazas para proceder a esta identificación. Las ADIZ no están reguladas por ningún tratado internacional, y ocurre que algunos países no reconocen las declaradas por otros, por lo que sus aviones no se identifican. Esto pone en marcha automáticamente una alerta y el envío de cazas a investigar. Y, naturalmente, provoca confrontaciones entre aviones en alta mar.

Estos juegos a veces derivan en otro tipo de comunicación: desde chistes de cabina a cabina hasta insultos, dependiendo de la chulería de los pilotos

Este tipo de confrontaciones eran el pan nuestro de cada día durante la Guerra Fría: la URSS enviaba bombarderos de largo alcance al Atlántico Norte rozando Noruega y bajando por el Mar del Norte para practicar ataques sobre buques aliados en caso de guerra y para demostrar que podía hacerlo. Los países occidentales o neutrales (Finlandia, Suecia, Noruega, Reino Unido) enviaban a sus cazas a investigar. Los aparatos rusos eran detectados por los radares antes de entrar en las zonas de identificación, que no respetaban; los aviones occidentales procedían a la intercepción.

Y así tenemos miles de fotografías de todo tipo de cazas occidentales volando a poca distancia de bombarderos soviéticos como los Tu-95 Bear, Tu-22M Backfire o los temibles Tu-160 Blackjack. Hoy este tipo de escenas se repiten en lugares como el Báltico o el Mar de China Meridional, donde China ha declarado una ADIZ (no reconocida por muchos estados).

Este tipo de juegos, siendo los humanos como somos, a veces deriva en otros tipos de comunicaciones, desde señas y chistes de cabina a cabina a insultos calculados o maniobras de intimidación, dependiendo de la chulería de los pilotos (que no son conocidos por su humildad).


bombardero B-52, escoltado por cazas de las fuerzas aéreas suecas.

Durante la Guerra Fría hubo muchos de estos incidentes que ahora se repiten, incluso con resultado de accidentes y muertes

En el último ejemplo en 2001 un caza chino Shengyang J-8II maniobró alrededor de un avión espía estadounidense EP-3E ARIES II en el área de la isla de Hainan provocando una colisión que se saldó con la muerte del piloto chino y un incidente internacional con la retención temporal de los tripulantes y el avión estadounidenses. Tras el accidente las situaciones comprometidas no han cesado en aquel sector, y continuarán mientras la tensión se mantenga.

No es la única zona donde se producen estos peligrosos juegos: la reafirmación militar rusa ha llevado a que se reanuden este tipo de vuelos de sondeo sobre el mar Báltico y sobre el Atlántico Norte en los últimos años con cada vez mayor frecuencia y a menudo con los mismos aviones que antaño. En algunos periodos los rusos han llegado a enviar decenas de aparatos en apenas un día como forma de poner a prueba la capacidad de respuesta de los países de Occidente y de comunicar su propia capacidad de ataque. En ocasiones han llegado incluso a descender por el Atlántico hasta cerca de las costas españolas, como ayer. No enviar cazas sería interpretado como un signo de debilidad y por tanto de vulnerabilidad, lo cual garantiza que se seguirá jugando al gato y al ratón en nuestros cielos mientras existan las tensiones internacionales. "O sea, eternamente"

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